lunes, 21 de septiembre de 2015

VIEJO AMOR

Nos adentramos agazapados, cual ladronzuelos, sabíamos lo que hacíamos, no era en definitiva algo nuevo para ninguno de los dos, pero dentro de nosotros ya escudriñaba la pasión descontrolada,  el licor honro su cosecha y así lo atestiguaba nuestro andar vacilante. Él metió la llave en la herradura y viro hacía la derecha, yo pase presurosa, casi golpeándolo, y me tumbe en esa sucia cama de motel, de los arrabales de la ciudad.
Él entró, rebusco entre el bolsillo de su pantalón, y saco su siempre compañera cajetilla de pall mall, lo prendió y comenzó a fumar con tanta destreza que parecía haber nacido con un cigarro en la boca. Y de pronto, y sin darnos cuenta, nuestros cuerpos yacían descubiertos; me sumergí entre los edredones, y él hizo lo propio, no esperé que él inicie, lo tome con suavidad, y lo besé. Lo bese como la primera vez, lo bese como aquella noche de otoño que me declaro su amor, y yo no le fui indiferente; nuestros cuerpos se conocían, nuestras almas se reconocían, tanto o más que la boca de un fumador a la colilla de un cigarro. Julio y yo fuimos novios durante tres años, nos amamos con frenesí, sin mesuras ni censuras, con complicidad y camaradería, con pasión y devoción, sin horarios ni itinerarios, así era nuestro amor, tan puro e inocente como el alma de un recién llegado a este mundo. Fue el amor de mi vida. Bebíamos ron por las noches, en la puerta de su vieja casa, fumábamos cigarrillos por las frías calles de la ciudad, imaginábamos nuestro futuro juntos, tan distante pero tan cerca de nuestros corazones.
Esa madrugada Julio me amo, amo cada centímetro de mi cuerpo, cada ápice de mi humanidad, cada milímetro de mi ser, acaricio cada hebra de mi cabello, beso todas las facciones de mi rostro, guardando lo final para mis labios, sus labios recorrieron cada pómulo de mi cuerpo -  tanto que lo sentí llegar a mi alma – sus caricias eran limpias de toda malicia, sus manos reconocían mi cuerpo, me estremecían cuando me recorría y a mi solo me alborotaban más, y más, me hizo el amor como un saldado se lo hace a su esposa, al reconocerla en su lecho después de años de sosiego. Julio me amaba.

Nos despertamos, mirándonos uno al otro, recordando tantos años de júbilo y dicha, recordando años en una mirada, buscando ese momento maldito que rompió todo, y me dijo con voz quebrada: Raquel, aun te amo, aun te necesito, aun te busco entre mis pensamientos… tengo que irme - le dije - tengo que partir, ya amaneció. Él se quedó pensativo y turbado, pensando seguro explicaciones, explicaciones que no encontraría jamas de mi boca, me levanté de la cama, me puse los panties, me puse el vestido (habíamos coincidido en un evento, aquella noche) mientras él me miraba con deslumbre, obnubilado por mi desnudes, se quedo mirándome mientras me vestía y  aún reposado sobre ese colchón dónde incontables amantes se profesaron amor eterno, me dijo: existe alguien que impida amarte, acaso otro amante alimenta tu sed de pasión? Lo mire fijamente y sin pestañar y le increpe un rotundo NO;  le dije que era muy tarde y que no había tiempo para hablar de sandeces, que después le marcaba al móvil, que iba retrasada. Salí del motel y Julio se quedó tumbado en la cama, seguramente fumándose otro pall mall, la última que sería testigo de ese huérfano amor, tome un taxi, tome el celular,  y por fin pude marcarle a Jesús, y decirle que me había quedado dormida.


ALDO ASPAJO

jueves, 3 de septiembre de 2015

REFLEXIONES DE UNA PROMISCUA

Salgo rápido de la U, camino rápido, como si tuviese que ir algún sitio al que voy retrasada, llego a la tienda del frente de la U y compro un pall mall, sólo uno, una de mis reglas de fumadora compulsiva es siempre comprar cigarros de a uno, si no me fumo toda la cajetilla, soy una fumona de campeonato, me digo a mi misma. Bajo caminando disfrutando mi pucho, sintiendo el frió en mis piernas de chibola universitaria. Quiero tomarme un trago, quiero ir a un bar y escuchar un poco de Cerati, quiero sentarme en un bar y tomarme algo de ron, quiero que el humo de mi pucho se entremezcle con el otro fumador nostálgico como yo, quiero conocer a alguien guapo y que me invite un trago y me coja, y quiero dejar de pensar en él. Llego al Cielo, mi bar preferido, pido una jarra de ron y una cajetilla de pall mall, aquí la regla muere, cuando se toma no puedes fumar sólo uno. Pasan las horas y escucho a Aerosmith, pasan las horas y mi plan de esta noche no parece tener futuro, a la mierda que chucha, vamos a disfrutar del trago y la música. Pienso en ese idiota, se que él deberá estar con otra, disfrutando, pasándola rico y yo acá pensando en él, que webona soy me digo a mi misma. 
Coreo la canción de turno y voto el humo de mi boca, cuando de pronto alguien me coge el hombro, volteo y es mi amigo, Emi como estas me grita, es Z, mi amigo de la U, bien acá tomándome un trago, esperando a una amiga que parece que me planto, la típica cuando alguien te encuentra sola tomando, para no quedar como la borracha que eres, ha ok, te acompaño, mis amigos ya se van pero si quieres te hago compañía, vamos - insiste- le digo que no, que ya me voy, que me cansé de esperar. No jode más y se va, me da un beso y se pierde entre el humo y las canciones de Michael Bolton. 
Carajo, que no jodan los prejuicios de monjas puritanas, me paro y voy hacia el pata de la barra, le pido fuego para mi cigarro y después de tres preguntas vacías se me pega y me roba un beso, lo miro a los ojos, lo pienso por un momento y le digo, tomate lo que queda en tu vaso y vámonos ya.

Levanta el vaso, toma lo que sobra y me saca del Cielo, sujetándome de la mano. Me tiene en la cama de su depa, soy suya esa noche, le pertenezco, se que no me quiere, se que soy una más, se que después de poseerme me iré, y está bien.
Mientras me toma contra su pecho desnudo, lo recuerdo, recuerdo como él me cojía, lo comparo, lo cotejo, lo examino, huelo su cuello, esperando encontrar su olor. No es él. Me toma con fuerza y susurra un TE AMO, finjo que no lo escucho, es evidente que no es para mí, un extraño amor, una vieja herida que aún lo aqueja, rápidamente me voltea, me tiene una vez más a su merced, me clava su sexo fuertemente, los dolores en mi cuerpo y en mi alma se encuentran, se multiplican, mi corazón nostálgico y ahora esto, mientras me aguanto un quejido pienso: Somos cómplices los dos esta noche, él la recuerda y yo lo recuerdo como mierda a él, la vida es eso, el amor no dura para siempre, el amor mariposa de un día que se posa sobre nuestros corazones se termina marchitando, pero eso es la vida, saber disfrutar todo lo que se nos presenta y ser felices mientras dure, saber vivir con el conocimiento de que se acabará, saber decir adiós cuando llega el momento, comprender que si eso no pasára no podríamos disfrutar de todo lo demás que la vida nos tiene preparada, el recordar, el pensarlo, es la prueba de que fue algo hermoso, que la vida sigue y que es nuestro deber tener los cojones para poder amar a otra persona tanto o más de la forma en que te amaron, y vivir, sent...me sacude con fuerza, irrumpe en mi mundo de reflexiones, vuelvo en mí, hijo de puta pienso, finalmente escucho un quejido final y se tumba al lado mío. Sin mirarlo le digo que tengo que irme ya, no dice nada, me pongo la ropa y me pregunta mi nombre, lo miro, me río suavemente y le digo, somos cómplices, me llamo tu cómplice, ya está. Me acompaña hasta tomar el taxi mas viejo de la ciudad y me subo sin decir nada, ya en el taxi, el tipo me pregunta - a donde la llevo- prendo el ultimo pall mall y le digo, al Cielo por favor.


Aldo Aspajo

viernes, 14 de agosto de 2015


EL VENTANAL DE AGATHO CAMUSSO 

El Signore Agatho Camusso era un hombre parco, huraño y orgulloso. Un hombre que había dejado de lado a su familia y a sus amigos, un hombre que despreciaba las reuniones sociales, las cuestiones religiosas, y las obras filantrópicas, que jamás eran tema de conversación; y a la única mujer que alguna vez lo amo, disfruto de sus placeres y la abandono como un fétido desecho.
Era un hombre dedicado al trabajo, que se había procurado con el paso de los años una cuantiosa fortuna, una vida llena de confort y de lujos, pero solitaria, que con el paso de los años se convirtió en un estilo de vida razonable.
Era el cumpleaños número sesenta y cinco del respetable Signore Agatho Camusso. Que lo pasaba solo, disfrutando a Michel Petrucciani en el piano, reposando sobre su cómodo sillón de Teca con cojines de espuma fina, forradas en tela de Cachemira, y con la mano derecha sosteniendo una copa arrebosante de vino tinto, su preferido.
Entonces, sonó el teléfono.  La máquina estaba posada sobre un fino velador de madera de Cerezo, de cuatro pequeños cajones, y este a su vez ubicada en el centro de un gran ventanal, un ventanal de Nogal, de color pardo amarillento, con gruesos largueros y cabios imponentes; de doce pasos de largo y el ancho comenzaba al ras del suelo y acababa en el cielo raso del lujoso salón, con vidrios de finos acabados por donde el sol entraba apuñaladas todas las mañanas, y cuando la oscuridad reinaba, era la luna la invitada a la casa Camusso.
El Signore se levantó, dio unos pasos hasta donde se encontraba el teléfono, alzo la bocina y dijo: Buenas tardes, casa del Sr. Camusso…
El interlocutor respondió: Muy Buenas tardes Signore Agatho, tenga usted un muy feliz cumpleaños.
El Signore Agatho Camusso dijo: Como? identifíquese, con quien hablo?
El interlocutor dijo: La última voz que oirás, mí querido Agatho.
El Signore Agatho Camusso se quedó perplejo y atónito por un momento.
Y el interlocutor continuo: El cañón de mi rifle está apuntando directamente a su cabeza, y va hacer exactamente usted lo que yo le diga, sino lo asesinare… Entendió.
El Signore Agatho Camusso aun con la respiración entrecortada trato inútilmente de divisar con sus ojos sobresaltados al francotirador entre los edificios que lo rodeaban, pero sin conseguir la menor señal de él. Sabía que su verdugo no jugaba, al juzgar por su voz serena, pensó - ha de ser un asesino profesional enviado por algún enemigo mío. Oh!!! Por Dios!!!
El interlocutor dijo: Hay un móvil en el primer cajón del velador contando de arriba hacia abajo, deje descolgado el teléfono para que pueda oírlo y haz las llamadas que a continuación te diré:
Uno: Llama a tu Madre y dile que no fuiste a la cena de Navidad porque te resulta insoportable su presencia, y repulsiva sus fingidas atenciones; Dos: Llama a la novia que abandonaste hace ya varios años, como el despreciable ser que eres, y dile que la amas hasta ahora, y que no has hecho otra cosa más que arrepentirte como un bastardo en todo este tiempo.
Y si te niegas hacer lo que te he encomendado, pegare un tiro sobre tu cien - dijo la voz.
Efectivamente, el Signore Agatho realizo todas las llamadas al pie de la letra, fuerte y al unísono, para que el interlocutor pudiera escucharlas, sin pensar en ningún momento en querer timar a su verdugo, porque sabía que cualquier error podría ser el último;  con excepción de la última llamada, puesto que nadie contesto dejo el encargo en el buzón, sintiendo que no cometía estafa, al saber que las instrucciones eran claras: llamar, decir todo cuanto se le había encomendado y listo.
Al terminar de hacer todas las llamadas, la voz dijo: Ahora abre el segundo cajón contando otra vez de arriba hacia abajo.
El Signore Agatho abrió el cajón y encontró un revolver- se quedó petrificado y se le hizo un tenaz nudo en la garganta. Era una Colt Python de nueve milímetros, el Signore era un vehemente aficionado a las armas, y sabía que ese revolver no era un juego.
La voz le dijo: Toma el revolver Agatho. Tiene una sola bala. Póntelo en la cien y cuenta conmigo hasta sesenta y cinco. Y aprieta el gatillo antes que yo lo haga por ti – dijo la sentenciosa voz.
Y comenzó a contar: Uno, dos, tres, cuatro… sesenta y cuatro, sesenta y cinco… Feliz Cumpleaños querido Agatho….
Y estallo un disparo. Y no fue el de su verdugo… Al parecer el Signore era un hombre más orgulloso de lo estimado, la idea de que un completo desconocido acabara con sus días, no le parecía la mejor. Y disparo. Pero al parecer su orgullo no iba de la mano con su valentía, pues como presintiendo los dedos de la muerte apoyándose sobre su hombro el Signore se movió bruscamente sobre su izquierda y la bala rozo sobre la yugular. Para desgracia del Signore, lo suficientemente necesario para desangrarlo. Cayó al piso bruscamente e intento detener la hemorragia con el pañuelo que llevaba en el bolsillo trasero de su pantalón. En vano luchaba por algo inevitable. La muerte ya había puesto su fúnebre crespón sobre él.
De pronto, dos jóvenes oficiales que rondaban por los alrededores irrumpen en la casa y embisten la puerta hasta tirarla. Penetran en el salón y se encuentran con la espantosa escena, el signore yace tendido en el suelo como un soldado abandonado en la batalla, bañado en sangre, empapando su finísima alfombra hindú con su sangre roja como el corazón de un rubí.
Con el paso de las horas entra en escena la Signora Georgette Holler, después de oír el mensaje en el buzón, va en busca de una respuesta después de oír el desconcertante mensaje, que se abre camino empujando a los peritos como una potra salvaje. Llora, suplica y gime después de ver al Signore Agatho inerte en el suelo, gritos amargos provienen de sus entrañas, se desagarra la piel, sus ojos color zafiro que eran belleza y encanto, ahora solo reflejan el dolor de su corazón. Es quizá la mujer que amo sobre todas las cosas y al pasar de los años al Signore Agatho Camusso…
Al regresar a su Casa después de aquel inadvertido martirio, la Signora encuentra a su hijo, si a su hijo, el hijo que tuvo con el Signore Agatho Camusso y que nunca se lo dijo por temor a que lo rechazara. Lo encuentra enterrando un viejo rifle en el patio trasero en medio de los sardineles, llorando lágrimas amargas con sabor a rencor y  rabia, pero dibujándose bajo ellas una temida sonrisa.
Al paso de los días la policía sentencia que se trata de un suicidio ordinario, al no encontrar pruebas que develen lo contrario, puesto que la puerta estaba cerrada por dentro, las ventanas ni las herraduras jamás fueron forzadas, las huellas del Signore estaban en el revólver, así que se descartó prueba atómica alguna; Era más que claro, se había cansado de su vida (aunque cómoda) miserable y solitaria, había llamado a su madre para repudiarla, y a la única mujer que por designios de la vida le entrego su corazón sin trastabillar, confesarle que jamás la había olvidado, y que de alguna forma se arrepentía del  miserable hombre que era. Y como la miseria va de la mano con la cobardía, se arrepintió al último momento en que el revólver lindaba con sus sesos y trato de sacar la mano que lo condenaba y disparo una cuarta más debajo de lo previsto.   

Aldo Aspajo

sábado, 8 de agosto de 2015

PUTITA FANTASIA


Mamá siempre decía que me daría gastritis, que por dormilona acabaría en el hospital como el tío Marco, que murió de una gastritis que se le complico; ese día me levante a las dos y media de la tarde, me levante rápidamente para ir al baño y lavarme los dientes, me cagaba de hambre y quería comer lo que había cocinado mama, mama sabía que no tenía por qué preocuparse, que mis trasnochadas eran producto de mis lecturas a Sade o a Balzac, o cualquier otro bohemio escritor que ella no entendía.
Después de comer fui a la casa de mi amiga Sofi, que vivía en las Condes, su casa era preciosa, y tenía puros vecinos guapos, me gustaba estar allí y juntarme con todos esos pituquitos, hasta su jardinero era guapo. Estuvimos mirando unas pelis, de esas que pones como acompañante para poder lorear vacan, estábamos bebiendo cerveza y fumando pall mall cuando al rato llamo su amigo J, nos invitó a una fiesta en la casa de sus amigos universitarios, nosotras aun andábamos en cuarto grado, y era lo máximo juntarnos con los chicos de la Andrés Bello, puta madre Mariu, hoy cogemos si o si!!! Me dijo Sofi, votando el humo del cigarro de su boca. Ella se cambió de ropa, se puso unos jeans apretados y un polo de Madonna en toples, cubriéndose las tetas. Estábamos listas para salir, cuando vi un porro casi terminado junto a su caja de cartas – cartas de chicos de nuestro colegio que se morían por cogérsela, pero ella ni bola les daba – ya hacía meses que no me fumaba un porro. Decidí prenderlo. Sofi me dijo que no me lo fumara, que esa webada estaba demasiado strong, me llego al coño y me lo fume, hasta quemarme el pulgar, y parecer una fumoncita de las que hay por mi calle.
Al rato me comenzaron a quemar los pies y las manos, se me empezó a cerrar el pecho y me marie como nunca, puta madre le dije a Sofi, estoy cagada, no siento mis piernas ni mis manos, sofi me dijo - te lo dije webona, ese quiño estaba a full, por eso lo deje ahí, votado, y tú te lo fumas - webona. Le dije a Sofi que después la alcanzaría, que conocía la casa de J y que al rato iba, necesitaba un rato descansar. Sofi acepto, se fue porque se moría por J, me decía que cuando miraba sus pelis XXX gringas, se metía las manos por la bragas y se acariciaba pensando que el la cabalgaba como una puta yegua. En fin, sí, yo también quería coger, hace tiempo que nadie me hundía la entrepierna. Me saque la ropa y me quede tirada en la cama de Sofi, me dormí un rato. Desperté a la media hora y me sentía un poco recompuesta, prendí el ultimo pall mall que había en la cajetilla y me quede sentada en la cama, pensando, pensando webadas – como cualquiera después que se ha metido un porro- pensé también en una de mis fantasías, hacerla de puta por una noche, por un día, de pararme en una esquina de mierda y que alguien me pagara por cogerme, una puta fantasía me decía a mí misma. 



Me puse la ropa rápido para ir a esa reu, pero cuando bajaba las escaleras para salir de la casa, llego el hermanastro de Sofi, solo se llevaban por cinco años pero igual no se llevaban bien, me pregunto por Sofi y le dije que fue a la casa de Pam hacer un pendiente del cole y que yo iba alcanzándola porque me quede buscando algo en la web, y el solo asintió con la cabeza, y siguió su camino a la cocina de la casa. Cuando estaba a punto de cruzar la puerta me dijo, Mariu no quieres tomar algo? Yo lo mire con cara de, oye estoy en el cole y tu puta Hermana es mi compañera? (pero claro, no le dije nada) me dijo vamos, yo sé cómo es Sofi, ya no te hagas ven, no me hice de rogar, mi boca estaba más que seca y me pedía a gritos algo de beber, ni bien terminamos el vaso de Gin, que me sirvió muy sutilmente, me tomo con fuerza de la cadera, me apretó contra su cuerpo, me bajo el jean rápidamente, y sin mediar caricia ya estaba dentro de mí, me sacudía bruscamente la pelvis, contra la barra de la cocina, beso mi cuello, nunca la boca, me hico girar y me tomo de los hombros con fuerza, sintiendo como me empujaba - pensé puta madre que rico - después bajo las manos y exprimió mis tetas como dos limones, no podía seguir con los labios apretados y gemí suavemente, aguantándome un quejido, de pronto sonó su celu, pero él nunca se detuvo, muy por el contrario me lo comenzó a hundir más fuertemente, sentí que estaba muy húmeda y que su palo estaba totalmente dentro de mí, cuando de pronto sentí que su dorso toco mi espalda y dejo caer todo su licor de macho en mis nalguitas relucientes. El teléfono volvió a sonar, era su novia, solo le escuche decir OK, te espero, un beso. Me miro, se levantó el jean, y me dijo, mi novia está a cinco minutos de aquí, tienes que irte rápido, es muy celosa, y no le importara si estas en el cole o no, si tienes lo mismo que ella entre las piernas, ándate en el primer taxi que venga, me dio veinte mil pesos y sin decir ni ajo, me limpie las nalgas, me subí el pantalón y pensé en mis adentros, el taxi más caro no me cobrara veinte mil pesos - que es esto, un pago? - Agarre el primer taxi que paso por su calle de pituquitos y ya dentro me reí como cojuda, me reí de mi misma, putisima madre, ahora la hierba te concede tus fantasías, me dije, para ser la primera vez y sin salir del cole no está mal. Llame a Sofi y le dije que estaba a unas cuadras, que estaba llegando.




Aldo Aspajo.